Pokémon Edición Reloaded
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Elena Silver
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El Hobbit: La Tierra Media En Peligro Empty El Hobbit: La Tierra Media En Peligro

Dom Dic 01, 2013 9:59 am
 Primero, ¡hola a todos! (^^)/

Información de la historia
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Este Fan Fic o historia yo le doy el nombre de una especie de continuación de El Hobbit (entre este libro y El Señor De Los Anillos). Podría ser más apropiado para los que hayan leído el libro, pues hay algún spoiler del final de éste.
Ya habréis leído el título que es 'El Hobbit: La Tierra Media En Peligro'.

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Introducción
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Un nuevo Mal amenaza la Tierra Media, y el Hobbit Bilbo Bolsón de nuevo la deberá salvar. En esta aventura de acompañan: el mago Gandalf el gris, los Enanos Dwalin, Balin, Dori, Nori, Ori, Óin, Glóin, Bifur, Bofur y Bombur, aparte de Thorin, Fíli y Kili, de quienes aparecerán a veces sus espíritus. Pero, ¿a qué peligro deberán enfrentarse? Ha aparecido un Elfo maligno llamado Läfnir y se ha asentado en las Montañas Nubladas y un ejército de Elfos, Orcos y Trasgos lo siguen. Además, unos misteriosos Cristales Mágicos han sido descubiertos, pero, ¿para el bien o el mal? Sean para lo que sean, Bilbo y los demás deben impedir que Läfnir los consiga.
Pero algo se les olvida a casi todos: el Anillo mágico descubierto por Bilbo también podría tener algo que ver...
Algunos de estos misterios se revelan a medida que avanza la historia, y una nueva sombra crece sin que ellos la vean, aunque no tiene mucho que ver en esta historia.
La cuestión es: ¿vencerá el bien o las fuerzas del Mal dominarán la Tierra Media?


Cap. 1: La historia no termina ahí...:


Cap. 2: Un nuevo Mal nos amenaza:


Cap. 3: Oh, Montañas Nubladas, estamos de nuevo a vuestras puertas:


Cap. 4: Un "pequeño" desvío:


Cap. 5: La verdad sobre los Cristales y un nuevo plan:


Nota: Continúa en otro post porque no me cabía todo en este.[/color]


Última edición por Elena Silver el Dom Dic 01, 2013 10:05 am, editado 2 veces
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El Hobbit: La Tierra Media En Peligro Empty Re: El Hobbit: La Tierra Media En Peligro

Dom Dic 01, 2013 10:00 am
Capítulo 6: Partiendo desde Isengard al Bosque Negro

Estaban todos a las puertas de la torre, confusos. También salió Saruman. –¿A qué se refiere, mi señora? Quizás tenga algo que ver con los Cristales que acaban de desaparecer. –Dijo el mago blanco, quién también sospechó del Hobbit.
–¿Quién? ¿Yo? ¿Robar los Cristales? ¡Ni en sueños! Además, no sabía que hubiera Cristales en la torre.
–Entonces, ¿por qué saliste corriendo e intentaste engañarme? –Dijo Galadriel. Bilbo empezó a temer que lo descubrieran.
–Pues, no lo recuerdo exactamente, creo que todavía soñaba. Era perseguido por algo… quizás un dragón, no, no era un dragón, era otra criatura. Un jinete montado sobre una especie de ser oscuro. Aquel ser chillaba de una manera insoportable. Me encontraba en un gran palacio y salí a sus jardines desolados. Aquel jinete quería algo, aunque no sabría decir el qué. –Inventó Bilbo, aunque tuvo un sueño algo parecido cuando se desmayó.
–¿Puedes contar más? –Preguntó Gandalf.
–Hm, creo que sí. Todavía recuerdo algo más. Aparecí entonces en una gran torre, no esta, si no otra. Una torre oscura infestada de Orcos, entonces lo vi, no sé decir qué era, pero lo vi. Yo estaba envuelto en llamas y no sé decir qué era con claridad. Vi una especie de armadura y también un ser que la portaba…
–Creo que eso es más que suficiente. Gandalf, Galadriel, nos reuniremos después de la cena. –Dijo Saruman. Así pues, se dividieron en grupos para ir a diversas habitaciones a cenar, pues todos no cabían en una misma habitación. Los magos y Galadriel se sentaron en una habitación y Bilbo y los Enanos en otra. Estos últimos comieron, bebieron, cantaron y rieron durante toda la cena. –Entonces, Bilbo, ¿por qué caíste en ese preciso momento? –Le preguntó Nori al Hobbit.
–No sabría decirte. Estaba explorando la torre cuando empecé a marearme y una voz resonó en mi cabeza, decía algo parecido a: “No podrás escapar durante mucho tiempo, te encontraré, saqueador iluso” No me preguntéis que quería decir, yo tampoco lo entendí. Luego, sentí algo extraño, como si alguien me clavara una espada en el corazón. Empecé a ver todo borroso y también le vi por un momento… –Respondió Bilbo, claro que algunas de estas cosas eran mentira.
–¿A quién vio, si se puede saber? –Preguntó Ori esta vez.
–Lo único que pude distinguir en ese momento era que tenía el tamaño de un Enano. Entonces, cuando caí al suelo, él me cogió, o al menos a mi espíritu. Y lo vi, no daba crédito a lo que veía, era… Thorin.
–¡¿THORIN?! ¡¿Hablas en serio?! –Exclamaron todos los Enanos a la vez, sorprendidos.
–Sí, lo pude ver, y me llevó a la Montaña Solitaria, luego a su trono. Me dijo que debíamos salvar la Tierra Media por él y todos los caídos. También dijo que nos acompañaría siempre, aunque no lo pudiéramos ver. –Bilbo no dijo nada de que debía emprender su camino solo para no alertar a los Enanos.
–¿Quieres decir que Thorin está aquí? ¿Con nosotros? –Preguntó Dwalin.
–Sí, creo que sí. Quizás esté escuchando nuestra conversación. –Le respondió Bilbo, que, por alguna razón, era como si viese a Thorin justo a su lado.
–¿Y Fili y Kili? ¿También están? ¡Ojalá pudiéramos hablar con ellos! –Dijo Balin.
–¿Fili y Kili decís? Hm, creo que sí, quizás. ¡Oh, esperad! ¡Thorin se encuentra a mi lado, lo puedo ver! –Exclamó Bilbo.
–¿Puedes ver a Thorin? Yo no lo veo. –Dijo Bombur mientras seguía comiendo.
–Creo que tan solo lo puedo ver yo, Bombur. A lo mejor desde que me desmayé cuando llegamos a la torre lo puedo ver. Creo que puedo hablar con él, y no me tomen por loco. A ver, Thorin, si nos puedes escuchar, ¿podrías decirles algo a los Enanos? –Dijo el Hobbit, que parecía algo loco, aunque sí es cierto que veía a Thorin, o al menos a su espíritu.
–¿Qué quiere que le diga, señor Bolsón? Por estos lares nada interesante ocurre. –Dijo la voz de Thorin, que esta vez escucharon todos.
–¡Thorin! ¡Eres tú de verdad! –Exclamaron los Enanos, sorprendidos a la vez que maravillados.
–Así es, mis queridos Enanos, siempre estuve con voso… –Antes de terminar la frase, alguien interrumpió a Thorin, bueno, más bien dos Enanos. Bilbo pudo ver con claridad que se trataban de, ¡Fili y Kili!
–¡Eh, Thorin! ¡No te olvides de nosotros! –Dijo Kili a Thorin, y esto también lo pudieron escuchar los Enanos.
–¡Siempre nos dejas solos cuando vienes aquí, nosotros también queremos hablar con Bilbo y los demás! –Exclamó ahora Fili.
–¡Fili! ¡Kili! ¡Esto es un milagro! ¿Cómo puede ser esto posible? –Exclamó Bofur sorprendido, pues los demás Enanos se quedaron sin habla y Bofur fue el único que habló.
–A decir verdad, yo tampoco lo entiendo, pues antes de este otro viaje, no podía aparecer ante vosotros. –Dijo Thorin.
–Puede que tenga que ver con los Cristales. –Pensó Fili.
–Pero, ¿cómo es que sólo Bilbo puede ver vuestros espíritus? –Preguntó Oin, curioso.
–Ahora que pienso… ¿Bilbo no tocó uno de esos Cristales? ¡Puede que sea por eso! –Dijo Kili, quien creía que esa podría ser la razón.
–Esperad, dejad que hable. –Dijo el Hobbit, pidiendo el turno para hablar. –No creo que pueda ser eso, –prosiguió– Saruman y Gandalf también tocaron los Cristales y no los vieron, y no creo que la razón sea que soy un Hobbit. Tal vez sea por otra razón…
–“Podría ser aquel Anillo Único que mencionaron…” –Dijo Thorin a Bilbo, que le habló mediante pensamientos.
–“No creo, mas temo que éste objeto oculta otra cosa que no tiene nada que ver con nuestra misión.” –Respondió el Hobbit.
–Entonces, ¿qué podría ser? ¿Algo más le ocurrió al Hobbit para poder vernos? –Preguntó Fili.
–Pues esta vez he tenido unos pocos accidentes. Cuando me dirigía hacia Rivendel con Gandalf nos persiguieron huargos, y estos parecía que buscaban algo. Luego en las Montañas Nubladas, cuando salí muy herido y luego Läfnir lanzó aquel cristal hacia mi herida… ¡Esperad! ¡Creo que ya lo tengo! –Dijo Bilbo, que creía tener ya la respuesta.
–¿Qué le ocurre, Bilbo? ¿Por qué ese salto repentino? –Preguntó Gloin, que no estaba seguro de lo que quería decir el Hobbit.
–Tal vez, sea por eso. Robé un Cristal Mágico de las manos de Läfnir y al ir a robárselo, sentí un aura oscura que provenía de él. Quizá tenga algo que ver con mis desmayos. –Respondió el Hobbit.
–¡Un instante! –Dijo Balin reclamando el turno de palabra. –¿Qué me dices de aquel cristal tan extraño que te lanzó Läfnir? Puede que esa magia negra te afectase.
–¡Es cierto! ¡Cómo no se me podría haber ocurrido antes! A partir de ese instante comencé a soñar con Thorin y a escuchar su voz. Puede que ese extraño poder tuviera la capacidad de hablar con aquellos que ya no viven y aquellos a los que eche de menos. –Dijo Bilbo, aunque en ese preciso momento, Gandalf entró a la habitación en la que ellos se encontraban. –¡Siento interrumpir! Pero ya es tarde y deberían irse ya a la cama, pues todavía nos queda camino por recorrer y mañana saldremos temprano. Dejad que os guíe a las habitaciones. –Les informó el mago. Éste les guió hacia una abertura secreta que Saruman le había mostrado, donde había muchas camas, aunque Gandalf no entendía por qué Saruman tenía tantas, pues sólo vivía él en la torre.
–“¡Espera, Bilbo!” –Resonó la voz de Thorin en la cabeza del Hobbit.
–“¿Qué quiere ahora, Thorin?” –Respondió éste.
–“¿Cuándo partirás? Deberás hacerlo pronto, sin que nadie sepa de tu partida, claro está.”
–“Tranquilo, ya sabes lo que tardáis los Enanos en dormir, sin ofender. Además, los Hobbits podemos pasar desapercibidos y Galadriel, Gandalf y Saruman estarán reunidos, según dijeron.”
–“Recuerda, cuando vayas a salir, no pienses en nada, ya sabes que Galadriel puede ver lo que piensas.” –Le advirtió Thorin.
–“Tendré cuidado, no te preocupes, sé a lo que me enfrento.” –Entonces, Bilbo entró en la habitación y se tumbó en la cama. Esperó a que todos comenzasen a roncar, y a veces entraba alguno de los que quedaba despierto para asegurarse de que todos estuviesen dormidos y no hubiera ninguno que les espiase.
Mientras, los magos y la Elfa estaban reunidos de nuevo en la sala en la que estuvieron antes.
–El Enemigo se hace cada vez más fuerte –comenzó Saruman– mas no sabemos cómo detenerlo.
–El Anillo Único debe de estar en alguna parte de la Tierra Media, oculto de nuestros ojos, podría encontrarse justo aquí, en este preciso momento. –Dijo Gandalf.
–Todavía no ha recobrado toda su fuerza. –Siguió Galadriel– Puede que ese tal Läfnir sea uno de sus siervos y le haya encomendado la misión de reunir esos Cristales que él mismo produjo para volver a tener poder.
–Disculpe, mi señora, –dijo Gandalf– pero, ¿cómo destruiremos los Cristales?
–Siento decirle que todavía no conocemos los medios para ello, Mithrandir. Pero encontramos unos textos antiguos cerca de aquí que podrían darnos pistas. ¿Podría traerlos, Saruman?
–Como usted ordene, mi señora. –Respondió Saruman, quien salió un instante de la habitación y volvió con unos pergaminos con pinta de ser muy antiguos.
–¿Puedo leerlo? –Preguntó el mago gris.
–Por supuesto, quizás su presencia aquí podría aclararnos algunas dudas. –Respondió Galadriel.
Aquellos pergaminos estaban escritos con runas élficas, probablemente en Quenya, aunque tenían alguna que otra modificación. Esto es lo que decían:
“…La sombra se alzará de nuevo en el Este cuando ninguno de nosotros vigile. Sembrará el peligro y el temor en la Tierra Media. El Gran Eru lo anunció a todos los Valar hace poco. ¿Cómo podríamos evitar que toda la maldad de los antiguos Enemigos renazca? Yo la respuesta a esta pregunta no la conozco, y tampoco los demás Valar. Sólo Eru la conoce y no la revelará. El Mal de este tiempo ha desaparecido, pero renacerá, todos lo sabemos. Mas no estaremos allí para poder ayudar a la gente en los próximos días muy alejados de los nuestros. Puede que todavía algunos de los Primeros Nacidos queden, Eldar, Calaquendi y algunos otros. El peligro que se avecinará en esos días sólo podrá ser destruido con magia, pero no magia como algunos piensan, si no con el poder que dormita en cada ser de este mundo. Aquellos que ansían ese poder por encima de todo no harán más que empeorar la situación. Solamente alguien que no sepa que existe esa clase de poder podrá destruir ese Mal…
Manwë…”
Las demás partes del texto eran ilegibles, pues las runas escritas con tinta a partir de “podrá destruir ese Mal…” estaban borrosas y no se podían leer con claridad.
–¿Entiende lo que quiere decir? –Preguntó Saruman a Gandalf.
–No sabría decirlo, pues si nuestra magia no puede destruirlos, ¿qué poder lo hará? –Respondió éste.
–Será mejor que nos vayamos ya, la noche está muy avanzada. –Dijo Galadriel.
–Es cierto, mi señora. –Dijo Gandalf– Vamos, Saruman. –Y la Elfa volvió a los bosques de Lórien mientras que los dos magos fueron a sus respectivas habitaciones.
Bilbo advirtió que ya no se oían voces, solo los ronquidos de los Enanos que dormían plácidamente. Entonces, salió de la cama sigilosamente y cogió su equipaje sin hacer ruido alguno. Salió de la sala hacia el pequeño pasillo que conducía a las puertas de la torre de Orthanc (el nombre de la torre), que estaban cerradas. –“Agh, ahora qué hago, el ruido que hacen estas puertas es lo suficientemente fuerte para despertar a un mago.” –Pensó el Hobbit, fastidiado.
–“Tú puedes abrirlas silenciosamente gracias a tu habilidad y sigilo, recuerda que eres un Hobbit” –Dijo Thorin, que apareció de nuevo delante de él.
–“Por intentarlo no pasa nada, espero…” –Le respondió Bilbo mentalmente. Empujó lenta y suavemente una de las puertas con el mayor cuidado que pudo. Para su suerte, tan sólo se escuchó un crujido minúsculo. Abrió la puerta y dejó un hueco por el que un Hobbit podía pasar fácilmente, y Thorin le siguió. Levantó la cabeza y observó la noche estrellada de aquel día. La luna relucía como la plata y se podía ver todo claramente. Había una brisa agradable y las hojas de los árboles y la hierba se agitaban suavemente. Aquella noche le pareció a Bilbo maravillosa para su partida, entonces se giró hacia el espíritu de Thorin. –Hace una noche perfecta para un viaje, ¿no crees? Ah, ojalá pudiera disfrutar de noches así en días próximos de mi aventura. –Le dijo el Hobbit, quien se alegraba de respirar el aire fresco después de haber sufrido tantos desmayos y haber estado al borde la muerte.
–Sí, tienes razón. Hace una noche muy apacible, apropiada para olvidar los tiempos oscuros que se avecinan. –Le respondió el Enano. Los dos siguieron caminando y contemplando el paisaje nocturno. Pasaron el círculo de piedras y observaron cómo Orthanc se iba alejando de su vista poco a poco. Iban hacia el sur hasta que se alejaron lo suficiente de las montañas que les cortaban el paso y giraron hacia el este. A medida que avanzaban iban desapareciendo las rocas y la hierba amarillenta y seca y esta cambiaba a un color verde, indicando que se estaban acercando a un bosque. –Creo que deberíamos ir ya hacia el norte. –Dijo Bilbo.
–No sé si es buena idea, pues más al norte de nuestra posición se extiende el bosque de Fangorn, un bosque algo sombrío en el que dormitan criaturas extrañas. ¿Ves aquellos pequeños árboles oscuros? Ese es el bosque. Además, se dice que los árboles de allí hablan y se mueven. –Dijo Thorin, aconsejándole al Hobbit.
–¿Árboles vivientes? Creo haber oído algo así en otra parte. ¡Ah, claro! La gente de La Comarca dice que en el Bosque Viejo a veces se escuchan voces extrañas y hay gente que afirma haber visto a un árbol mover una rama bruscamente, según ellos no había viento. También hay algunos valientes Hobbits que se han adentrado en él y no han vuelto, y los que lo han hecho volvieron aterrorizados. –Dijo Bilbo, ahora algo asustado por la idea de adentrarse en Fangorn y no poder volver.
–Continuemos algo más hacia el este pues. La oscuridad de la noche se va aclarando, está empezando a amanecer, y la luz indica que vamos por el camino correcto. –Afirmó Thorin.[/spoiler]
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El Hobbit: La Tierra Media En Peligro Empty Re: El Hobbit: La Tierra Media En Peligro

Vie Dic 20, 2013 1:58 pm
Cap. 7: El Mal se empieza a revelar

La noche empezó a aclarecerse y los primeros rayos de Sol iluminaron a Bilbo y a Thorin. –Ya empieza a amanecer, –Suspiró Bilbo– hacía tiempo que no veía comenzar un día de esta forma, quiero decir, en un lugar distinto de Bolsón Cerrado.
–Seguro que veremos más amaneceres como éste, aunque seamos perseguidos por Läfnir y sus siervos. –Dijo Thorin, que esbozaba una pequeña sonrisa.
–Tienes razón, pero por ahora debemos ir hacia el noreste, creo que ya nos hemos alejado suficiente de Fangorn para poder continuar hacia el norte. –Dijo Bilbo.

La mañana comenzaba clara y el Sol se alzaba lentamente iluminando la Tierra Media. Los rayos de Sol cayeron en Orthanc. –¡Venga Enanos y Hobbit, despertad! Nos espera un largo camino por recorrer todavía. –Dijo Gandalf mientras entraba a la habitación donde dormían Bilbo y los Enanos. –Venga, Gandalf, déjanos dormir un poco más… –Bostezó Bofur.
–Sí, apenas ha amanecido… –Dijo Glóin. Entonces, Gandalf observó que Bilbo no se había movido ni un instante de su cama. –¿Bilbo…? –Dijo el mago mientras iba a la cama del Hobbit y quitaba la manta que la cubría. Descubrió que Bilbo no estaba, si no que sólo había almohadas en la cama. –¡Bilbo! ¡El Hobbit ha desaparecido! –Exclamó Gandalf, sobresaltado. Al oír esto, los Enanos se levantaron de un salto de sus camas. –¡¿Desaparecido?! –Exclamaron todos a la vez.
–¿Qué es este revuelo, Gandalf? –Dijo Saruman, quien entró también al dormitorio.
–El Hobbit no está aquí… ha desaparecido… –Respondió Gandalf, algo sorprendido.
–¿Desparecido? ¡Eso es absurdo! Las puertas estaban bien cerradas y si alguien hubiera logrado abrirlas se habría oído el crujido de éstas. –Rió Saruman.
–Recordemos que es un Hobbit, y éstos son muy sigilosos, aunque tampoco hemos de olvidar que es un saqueador. –Afirmó Balin.
Pero, ¿por qué iba a abandonarnos? –Preguntó Óin.
–No lo sé, aunque sería por una buena razón. Quizás se marchó para no ponernos en peligro o… –Dijo Gandalf, pero un Enano le interrumpió.
–…o podría haberse marchado con el espíritu de Thorin en la búsqueda de los Cristales, pues ayer se mostró algo raro en la cena. –Dijo Dwalin.
–¿El espíritu de Thorin? ¿A qué te refieres? –Preguntó el mago gris, interesado por lo que ocurrió la noche anterior. Los Enanos le contaron lo que ocurrió muy detalladamente, sin saltarse una palabra o un gesto. –¿Conocéis alguno el por qué Bilbo puede ver el espíritu del Enano? –Preguntó Saruman, asombrado por lo que había escuchado decir a los Enanos.
–Creemos que pudo ser por aquel cristal extraño que Läfnir le lanzó. –Dijo Nori.
–Saruman, ¿usted puede hacer algo para comunicarse con aquellos que ya no habitan este mundo? –Preguntó Gandalf, curioso.
–Podría hacer algo, aunque no es muy posible que funcione. –Respondió Saruman.
–¿Pues a qué está esperando? ¡Inténtelo al menos! –Dijo Dori, algo nervioso. Entonces, Saruman cerró los ojos y dijo lo que parecían conjuros y magia. La sala se llenó de un ambiente siniestro y oscuro y los Enanos se estremecieron. La voz de Saruman sonaba grave y siniestra también. Todos estaban en silencio mientras observaban con miedo como la sala se iba oscureciendo y la luz desaparecía con cada palabra que el mago blanco pronunciaba.
Mientras tanto, en las tierras de Rohan, Bilbo y Thorin seguían caminando y observando los paisajes. El Hobbit jamás olvidaría aquello, un bello amanecer y un amplio horizonte se extendían ante él. Pero entonces, Thorin paró, como si hubiera escuchado algo. Bilbo también se detuvo y volvió con el Enano, que parecía preocupado. –¿Thorin? ¿Ocurre algo? –Preguntó el Hobbit, curioso.
–¿No lo oyes? –Dijo el Enano, que permanecía en el sitio observando atentamente a su alrededor.
–¿Oír el qué? Si te refieres al suave viento y a algún pájaro trinar, sí los oigo.
–No, eso no, un sonido siniestro… Me atrevería a decir que viene de la torre de Orthanc, de Isengard… –Le respondió Thorin. Lo que oía eran los conjuros de Saruman que se metían en su cabeza.
–Llevamos tiempo andando, ¿por qué no paramos en esa roca de allí? Quizá todo este rato sin descansar te esté afectando… –Dijo Bilbo mientras se giraba y señalaba a una gran roca próxima a ellos.
–Sé lo que digo, no creo que sea por estar tiempo sin descansar, aunque no me vendría mal desayunar, la verdad. –Dijo el Enano, que rió al decir lo último. Bilbo también soltó una pequeña carcajada y se dirigieron a aquella roca. Al poder sentarse, Thorin escuchó atentamente las voces de su cabeza.
“En la mente de Thorin…
–Qué está intentando decirme el mago blanco… Creo que por fin puedo distinguir algo… –Se dijo Thorin.
–Vaya, pero si es Thorin Escudo de Roble, o mejor dicho, su espíritu… –Le dijo Saruman con voz algo tenebrosa.
–¿Qué quieres de mí, mago oscuro? –Preguntó Thorin, siempre con su gran seguridad y algo de arrogancia.
–Para tu información, soy el mago blanco, tú mismo lo dijiste, no sé qué verás de mí en oscuro… –Respondió Saruman, algo molesto por el comentario del Enano.
–Sé tus planes, Saruman, no te descubrirás todavía, pero les traicionarás a todos, y el ser la mano derecha del Señor Oscuro te llevará a la muerte… –Dijo Thorin, quien siempre sospechó del mago blanco.
–¿Señor Oscuro? ¿Cómo sabes tú de su existencia…? Quiero decir, el Señor Oscuro desapareció de la Tierra Media desde hace tiempo… –Replicó Saruman, temiendo que el Enano hubiera escuchado todo lo de las reuniones del Concilio.
–No es así, Saruman, y tú lo sabes. Sabes que volverá, crees que su poder es mayor que el nuestro y nos traicionarás… Intentarás aniquilar a todos los pueblos libres de la Tierra Media. Sé más de lo que tú te piensas, y todo te saldrá mal, al final morirás, lo sé. –Dijo Thorin, que preocupaba cada vez más a Saruman.
–¡Cómo puede el espíritu de un Enano afirmar el futuro! ¡Estás muerto, no harás nada en esta misión! ¡Jamás fuiste y nunca serás el Rey Bajo la Montaña! –Gritó el mago, cada vez con un tono más grave y oscuro.
–Oh, sí que puedo, tú lo sabes. En realidad tú no te mereces el puesto del mago blanco, alguien te suplantará en los próximos años. Y si afirmas que no soy el Rey Bajo la Montaña, ¿qué quieres de mí? Según tú dices, estoy muerto, ¿de qué te serviría un espíritu? Además, yo estoy aquí para acompañar a Bilbo en esta misión, puedo luchar de cualquier manera, por lo que será mejor que no me subestimes.
–¡Estos malditos Enanos testarudos e insensatos! ¡No debiste haber regresado aquí!
–Será mejor que dejes de hablar, Saruman, pues los espíritus de Fili y Kili están ahora mismo en Orthanc y si les doy la orden, dirán todo lo que piensas, los demás Enanos les creerán puesto que anoche estuvimos los tres hablando con ellos, ya no puedes hacer nada, Saruman el mago oscuro…
–¡Será mejor que cierres esa bocaza de Enano tuya! ¡No temo a un Rey MUERTO Bajo la Montaña!
–Bien, se acabó la conversación. –Dijo Thorin, quien sabía perfectamente qué hacer.”
En la torre de Orthanc, Saruman dejó de pronunciar palabras extrañas y algunas sombrías, por lo que la sala volvió a tener luz y aquella presencia oscura que parecía provenir del mago blanco desapareció. Los Enanos suspiraron, aliviados al volver a ver luz, al igual que Gandalf, que se asustó por la apariencia y los conjuros de Saruman.
–Y bien, ¿conseguiste algo? –Preguntó Gandalf al recobrar el aliento.
–Maldito Enano, no me extraña que muriera… –Susurró Saruman, enfadado con las palabras de Thorin.
–¿Qué dice, Saruman? –Volvió a preguntar el mago gris, que empezó a sospechar por la conducta del mago blanco.
–Nada, nada importante. Tan sólo pude averiguar unas pocas cosas… –Respondió Saruman, con aire algo sombrío, mas una voz que venía de detrás de él le interrumpió.
–Recuerda lo que te dijo Thorin, si tú no cuentas la verdad, lo haremos nosotros. –Dijo aquella voz.
–Y los demás Enanos no estarán muy contentos contigo al dirigirle esas palabras a Thorin, todos sabrán la verdad, tarde o temprano. –Dijo otra voz que acompañaba a la anterior.
–Te corresponde a ti elegir el camino que creas correcto… –Dijeron esta vez las dos voces a la vez.
–¿Esas voces…? ¡Son Kili y Fili! ¡Han vuelto! –Exclamó Nori.
–¿Qué querían decir con que sabremos la verdad, Saruman? –Preguntó Glóin, desconfiado.
–Eso digo yo… ¿qué le dijiste a Thorin? –Dijo Dwalin esta vez, quien parecía también molesto.
–¡Nada! ¡No quieren decir nada! ¡Debieron de haberse confundido! –Gritó Saruman, cada vez más preocupado por que los Enanos descubrieran lo que le había dicho a Thorin.
–Saruman, Thorin te dijo que nos ordenaría decir la verdad, y lo haremos. –Le advirtió Kili.
–Ya te lo dijimos, escoge un camino: contamos la verdad nosotros o lo harás tú, elige. –Le dijo Fili, algo mosqueado por el comportamiento del mago.
–Saruman, ¿hay algo que no nos hayas contado? ¿Qué le dijiste a Thorin? –Preguntó Gandalf, intentando parecer educado y amable para que el mago blanco les concediera una respuesta.
–De acuerdo, lo tendré que contar yo, malditos Enanos, cuánto los odio… –Dijo Saruman, susurrando las últimas palabras. Les contó toda la conversación con Thorin, algo que enfadó a los Enanos al escuchar todas las palabras inadecuadas que el mago blanco le dirigía al espíritu del Enano.
–¡Y así que eres un mago, después de todo! –Refunfuñó Bofur.
–¡Un mago no insulta a un antiguo Rey, aunque no habite ya aquí! –Dijo Balin.
–¡Vayamos en la búsqueda de Bilbo y Thorin, alejémonos de este ser lo antes posible! –Ordenó Kili.
–¡De aquí no se marcha ningún Enano! –Exclamó Saruman, muy enfadado. Entonces, el mago blanco hizo que no entrara luz alguna en la torre de Orthanc, mientras parecía que él también cambiaba algo de aspecto.
–¡Saruman! ¡No eres el mago que yo conocía! –Exclamó Gandalf mientras observaba a Saruman aterrorizado.
–¡Rápido, vayámonos señor Gandalf! ¡Esto se está poniendo muy feo! –Dijo Dori mientras empezaba a correr junto con sus compañeros Enanos.
–¡Ya os lo dije! ¡NADIE PUEDE ESCAPAR DE ORTHANC! –Gritó Saruman con voz muy amenazadora mientras todas las puertas que llevaban al exterior de la torre se cerraban.

Mientras tanto, Bilbo y Thorin terminaron de desayunar. Thorin le contó a Bilbo todo lo que había pasado con Saruman. –¡Jamás pensé que un mago tan poderoso pudiera llegar a comportarse de esa manera! –Exclamó el Hobbit cuando Thorin terminó mientras cogía una pipa de tabaco que tenía guardada.
–Yo tampoco lo pensé, mas ahora creo que algo peor pasa… Fili y Kili intentan hablarme, pero no pueden, una oscura magia los bloquea. –Dijo el Enano, que sospechaba que Saruman se traía algo entre manos.
–Espera, ¿ves algo extrañó por allí? –Dijo Bilbo, mientras señalaba al suroeste, por donde habían dejado atrás Orthanc. Empezaron a aparecer nubes de tormenta allí y parecía incluso que el día se oscurecido, y hacía apenas unas horas que amaneció.
–Oh, no. –Suspiró Thorin mientras se levantaba y observaba aquel punto lejano. Entonces, empezó a caminar por donde habían venido, y empezó a correr ligeramente.
–¿Dónde vas Thorin? –Preguntó Bilbo mientras recogía su mochila y caminaba hacia el Enano.
–¡Es Saruman! ¡Está loco! –Dijo Thorin girando la cabeza hacia el Hobbit.
–¡Eh! ¡Al menos espérame! –Gritó Bilbo, mientras corría para alcanzar a Thorin. Llevaban ya un rato corriendo, y ya parecía que les quedaba poco para llegar a Orthanc. Se detuvieron un momento y observaron como las nubes negras de tormenta oscurecían el cielo a medida que se acercaban a la torre. –Por el amor de Eru… Pero, ¿los magos no se dedicaban a proteger la Tierra Media, y no a destruirla? –Dijo Bilbo, asombrado por lo que veían sus ojos.
–Eso se suponía, pero ahora parece que hay un mago loco suelto y nosotros hemos de ocuparnos de él, ¿estás listo? –Dijo Thorin mientras se preparaba de nuevo para correr.
–Por supuesto, ¡tenemos que salvar a los Enanos y a Gandalf! ¡Sus vidas quizá dependan de nosotros! Aunque enfrentarse al mago más poderoso de la orden no será fácil… ¡Pero hemos de intentarlo, por lo menos! –Dijo el Hobbit, totalmente animado a salvar a sus amigos.

En Orthanc, Gandalf ordenó a los Enanos que escaparan a toda costa. Saruman les perseguía, y aquel aura tan oscura que desprendía le hacía incluso volar. Intentaba matar a los Enanos, y nadie sabe de este cambio de comportamiento en un mago como él. Corrían por toda la torre, mas nada les podía salvar. Gandalf no se podía explicar como un mago tan noble como él podía estar ahora persiguiéndoles para intentar matarlos. –¡Es inútil, Gandalf, jamás escaparemos de él! –Dijo Balin.
–¡Ya sé que es inútil, pero estoy buscando un escondite para refugiarnos de él por un instante! –Respondió Gandalf. Ahora Saruman intentaba atraparlos con sus hechizos misteriosos que producían barreras, pero el Enanos Ori encontró algo. –¡Gandalf! ¡Vayamos por aquí! –Le dijo al mago gris.
–¡Allí hay una barrera, es imposible que podamos escapar! –Dijo Gandalf.
–¡Mire! ¡Debajo de esa pared hay un hueco! ¡Es lo suficientemente grande para que podamos pasar todos!
–¡De acuerdo, no desconfiaré de tu palabra, joven Enano! –Gandalf decidió confiar en Ori. La verdad es que sí que había un hueco debajo de la barrera. Saruman iba muy por detrás, por lo que sospecharon que no les podría ver. Todos suspiraron y usaron las pocas fuerzas que les quedaban para un último intento de escapar. El primero era Bifur, quien gritó la palabra enana “Khâzad” como grito de guerra. Se tiró al suelo resbaladizo y pasó por debajo de la barrera de acero. Le seguían Bofur y Bombur. Bofur pasó sin problemas también deslizándose, mas Bombur lo tenía algo más complicado por su tamaño, por lo que se quedó atascado. Le seguía Dwalin, que era lo suficientemente fuerte como para darle un empujón a Bombur y sacarlo del hueco. Luego venían Nori, Dori y Ori, que tampoco tuvieron muchos problemas, y lo mismo pasó con Oin, Gloin y Balin. Gandalf era el último, y se tiró también al suelo de un salto para coger impulso y poder pasar. Y no nos podemos olvidar de los espíritus de Fili y Kili, quienes tambien tuvieron que deslizarse por debajo aunque fueran espíritus. Todos pasaron con éxito, pero seguían sin poder salir de la prisión en la que Saruman los había metido.
Mientras, Bilbo y Thorin ya llegaron a las puertas de Orthanc. La torre ahora estaba rodeada de un aura oscura. Probaron empujando la puerta, aunque no se podía tocar la torre, era como si algo la protegiera. –Es inútil, tan lejos hemos ido y vuelto, pero no servirá de nada. Y no creo que haya ningún hueco para poder entrar… – Dijo Bilbo mientras jadeaba.
–Espera, ¿puedes repetir eso último que has dicho? –Preguntó Thorin, que probablemente tenía un plan.
–¿No creo que haya ningún hueco para entrar? –Repitió Bilbo
–¡Exacto, eso es! –Exclamó Thorin, que encontró la solución.
–¿Qué quieres decir? ¿Tienes un plan?
–Por favor, dime que llevas algo encima para cavar un agujero.
–¿Te serviría un martillo que me prestó Bofur?
–Podría servir, espero que no te canses muy pronto… –Respondió Thorin, que reía muy bajo.
–E-Espera un momento –Tartamudeó Bilbo– ¿insinúas que podríamos entrar si cavamos, o mejor dicho, cavo un hoyo?
–Exactamente, ya sabrás que como yo soy un espíritu no puedo influir en el mundo de los vivos. –Dijo Thorin, mayormente para librarse de la tarea de cavar.
–Ah, siempre me toca a mí… –Suspiró Bilbo. El hobbit buscó en la mochila aquel martillo. Lo sacó y era algo grande y un poco pesado para un hobbit. Se nota que era un martillo enano. Tenía runas grabadas y era negro como el carbón, con unos picos afilados en la parte delantera y un gran pico que parecía una garra en la trasera. El mango estaba hecho de acero un poco deteriorado por el uso, aparte de alguna que otra franja marrón. Bilbo se agachó y buscó un rincón en la torre lo suficientemente blando para poder cavar. Había un lugar embarrado en el que la sombra de Orthanc se posaba en la gran mayoría del día, quizá alguna gran lluvia había mojado tanto ese rincón y no se endureció la tierra al no darle el sol lo suficiente. Bilbo empezó a dar golpes con el martillo en la superficie mojada, que de cuando en cuando salpicaba hacia la ropa o a la cara del hobbit. Cuando comenzó daba fuertes golpes, pero muchas veces la fuerza de los hobbits se agota al estar golpeando algo fuertemente, y se agota todavía más si es un martillo de enano algo pesado. Al pasar por lo menos más de media hora, Bilbo estaba ya agotado de tanto clin-clon del martillo al golpear a veces la pared de la torre y también de los plof-plof que hacía cuando llegaba al barro bastante húmedo, aparte de que tenía ya las vestimentas algo sucias y la cara salpicada por unas pocas gotas del barro ligeramente húmedo. Ya faltaba poco para que hubiera pasado una hora desde que empezó a cavar cuando una gran grieta se abrió en el hoyo. Bilbo retrocedió, algo asustado, pues temía que aquella simple grieta hundiera la torre o a él. Aquella hendidura en la tierra comenzó a expandirse y a hacerse más profunda. Llegó hasta los pies de Thorin, que estaba un paso o dos más atrás que Bilbo. Entonces, un crujido y golpe seco se escucharon y la grieta comenzó a abrirse.
–Thorin, temo que este es el fin –dijo Bilbo–. Acabaré sepultado bajo la tierra y Gandalf y los demás enanos sometidos por un mago loco.
–No, mi querido hobbit, –dijo Thorin con una pequeña sonrisa de confianza en la cara– esto sólo acaba de empezar… –Al terminar de hablar, una gran parte del suelo que había a los pies de Bilbo y Thorin empezó a desmoronarse. Ya no tenían tiempo de escapar de aquel abismo que se abría ante ellos.
–¡¿Acaba de empezar?! –Exclamó Bilbo– ¡Por si no lo sabías, estamos a punto de caer en un pozo sin fondo del que no podremos escapar! –El hobbit estaba algo enojado con las palabras de Thorin. Pero toda la discusión terminó cuando el suelo de Orthanc empezó a temblar. Después de esto, el suelo que pisaban Bilbo y Thorin cayó, y ellos dos también. Bilbo soltó un grito de desesperación y agonía mientras que Thorin chilló, pero no muy fuerte, por la sorpresa de encontrarse cayendo en un abismo del que no sabía si había un fondo, pues antes ya había estado casi en la misma situación, luchando cara a cara contra el dragón Smaug en Erebor.
Gandalf guiaba a los enanos por Orthanc. Subieron muchas escaleras y también las bajaron para encontrar algún refugio. Ya estaban demasiado cansados y todavía temían al mago blanco. Después de tanto huir, llegaron a la planta más alta de la torre, quizá ya no podrían salir de allí. –Gandalf, por favor, dinos que tienes un plan para huir… –Murmuró Nori, desesperado.
–Creo que sí, aunque puede ser algo arriesgado o… mortal… –Dijo Gandalf, con tono grave.
–¡Ya da igual si es mortal o no! ¡Mas no quiero que un mago loco me haga pasar una muerte lenta y dolorosa! –Exclamó Dwalin, enfadado (como de costumbre). Llegaron a una pared en la que había una ventana redonda cuando un temblor más sacudió Orthanc. –¡Estamos perdidos! –Exclamó ahora Balin– Podemos escoger la manera de morir que más nos guste: que Saruman nos descuartice lentamente, saltar por la venta y acabar aplastado contra el suelo, o quizá mientras la torre se derrumbe y acabemos sepultados bajo la tierra.
–Esto no es un temblor normal… –Dijo Gandalf, que miró a la ventana y observó el lugar donde había cavado Bilbo. Allí el hobbit se había dejado la mochila y el martillo. –No puede ser que… –prosiguió e hizo una pequeña pausa– ¡Esperad, enanos! ¡No temáis! ¡Él nos sacará de aquí!
–¿A quién, si se puede saber, se refiere con él? –Preguntó Glóin.
–Todos sabéis perfectamente de quién hablo, ¿quién nos salvaría si no él? –Respondió Gandalf, riendo.
–¡No! ¡Él no vendrá esta vez! ¡Está muy lejos de aquí! –Exclamó Oin, quien dudaba de las palabras del mago.
–Yo no estaría tan seguro… –Susurró Gandalf. Entonces, Saruman los encontró y el estallido de un trueno resonó en toda la torre. –¡Mithrandir! ¡No puedo creer que hayas caído tan bajo! –Dijo el mago blanco cuando entró mientras se reía maléficamente. Ahora Saruman tenía un aspecto tenebroso. Sus vestiduras, pelo y barba eran ahora nagras como la noche y su vara de un color azul marino, que resplandecía con rayos de azul celeste y plata como las estrellas. Estaba rodeado por un aire oscuro y amenazante, que a su vez refulgía con tonos de oro. –¡No, Saruman! –Respondió Gandalf– ¡Eres tú quien ha caído bajo!
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